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Me llamo Tania Mesa y algo que me ha caracterizado desde muy pequeña ha sido mi deseo de AYUDAR a las personas que me rodeaban, de CUIDAR y ACOMPAÑAR a aquellos que pudieran necesitarlo. Tanto es así que esta realidad ha guiado todas las decisiones que he tomado en mi vida y, como no podía ser de otra manera, también mi formación profesional. En primer lugar, aunque la Nutrición siempre había llamado mi atención, descubrí que era una manera estupenda de regalar SALUD a través de algo que realizamos todos los días en todas las etapas de nuestra vida que es alimentarnos. Como ya dijo un gran filósofo, “Que la comida sea tu alimento y tu alimento, tu medicina”. Pues bien, durante la carrera de Nutrición comprendí todos los beneficios que podía tener en nuestra vida presente y futura una ALIMENTACIÓN consciente, equilibrada y saludable desde el momento de la gestación de un bebé; así que me apasionaron más todavía si cabe mis estudios. 

Sin embargo, una vez terminada mi carrera de Nutrición Humana y Dietética, sentí que había algo que se me había quedado en el tintero y que estaba muy relacionado con este afán de MEJORAR la calidad de vida de los demás. Fue por ello por lo  que emprendí mis estudios de Enfermería, la otra opción que nunca abandonó mi cabeza al elegir mi primera carrera. Además, percibía una conexión importante entre ambos estudios y que de alguna manera se complementaban.

Fue de esta manera como me formé y gradué no solo como nutricionista, sino también como enfermera en la Universidad Complutense de Madrid. 

Una vez preparada para afrontar mi camino PROFESIONAL, pronto encontré mi primer trabajo como nutricionista. Continué como enfermera en un hospital de Madrid aunque realmente no fue hasta que empecé en una clínica privada, cuando pude desarrollar mis dos pasiones de forma simultánea.

Un punto de inflexión en mi vida fue el nacimiento de mi hija LUCÍA. Y es que además de tener la suerte de que pusiera patas arriba mi vida, me ayudó a redescubrir que realmente SÍ me dedicaba a aquello que me enamoraba, pero que no estaba dirigiéndome al público que más quería y podía ayudar. Lo que verdaderamente quería era volcar todos mis conocimientos, experiencias y seguir formándome en el mundo de los bebés; bebés como mi propia hija en ese momento, al igual que en las madres de esos bebés con las que me sentía plenamente identificada, para dejar así de centrarme exclusivamente en un público adulto como había hecho hasta ese momento.

Gracias a Lucía, experimenté en mi propia piel los miedos e inseguridades que tiene cualquier padre o madre cuando nace su primer hijo, o mejor dicho, todos aquellos que ya te surgen mucho antes, justo desde el momento en el que sabes que una nueva vida crece en tu interior. 

Lucía me permitió descubrir un mundo nuevo lleno de posibilidades, tanto a nivel personal, como profesional, donde podría enseñar y acompañar a otros a partir no sólo de mis conocimientos, sino de lo más importante: MI PROPIA EXPERIENCIA. 

Era este un mundo, o mejor dicho, un universo del que todavía tenía mucho que aprender; pero del que no quería perder detalle, ya que tanto a Lucía como a mí nos afectaba en PRIMERA PERSONA. Por todo ello, me arriesgué, abandoné la dirección hacia la que había dirigido mi profesión y no paré de FORMARME y ACTUALIZARME; ya que, como he dicho antes, tendría mucho que aprender, pero también muchísimo que aportar.

Sin duda, mi conejillo de indias ha sido mi hija Lucía, el regalo más grande que me ha hecho la vida y si de algo estoy CONVENCIDA es de que mi mejor forma de agradecérselo no puede ser otra que CUIDARLA, EDUCARLA y PROTEGERLA también a partir de mis conocimientos en LACTANCIA, NUTRICIÓN y PRIMEROS AUXILIOS, líneas en las que me he especializado y con las que quiero ayudar a otras FAMILIAS como hago día a día con la mía.

 

 

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